AGRUM

Consultoria agraría

Las cárcavas, popularmente conocidas como “chorreras”, son canales naturales o incisiones causadas por un flujo de agua concentrado, a través del cual fluye la escorrentía durante o inmediatamente después de un evento intenso de lluvia.

La erosión en cárcavas es un fenómeno que se da más comúnmente en climas semiáridos y sobre suelos estériles y con vegetación abierta, con un uso inapropiado del terreno o deficiente diseño del drenaje de las vías de comunicación. Las incisiones que constituyen las cárcavas, se ven potenciadas por avenidas violentas y discontinuas propias de nuestro clima mediterráneo, lluvias intensas o continuas sobre terrenos desnudos o por la concentración de flujos superficiales formados por obras de drenaje de caminos o carreteras. También los procesos subsuperficiales de tubificación o piping en terrenos arcillosos o arcillolimosos provocan la formación de galerías internas en el terreno que llevan al colapso del mismo y a la aprición de cárcavas

Las cárcavas originan grandes perjuicios, tanto o más graves cuanto más numerosas y profundas sean; llegando incluso a inutilizar grandes áreas de cultivo o terrenos dedicados a pastos. Produciéndose por consiguiente  una depreciación en el valor económico de la finca. Entre los principales daños ocasionados por las cárcavas podemos citar los siguientes:

-          Arrastre de suelo fértil, reduciendo las productividad del mismo

-          Colmatación de obras hidráulicas por el arrastre de partículas.

-          Dificultad para el tránsito de maquinaria y para las labores de cultivo en la finca afectada.

-          Reducción del área útil de cultivo y, por consiguiente, los rendimientos por unidad de superficie, lo que disminuye además el valor de la tierra.

Existen dos tipos de cárcavas: continuas y discontinuas. Las discontinuas son cárcavas que aparecen de manera aislada, normalmente en una ladera. Las continuas son cárcavas que forman redes que se extienden a lo largo de una pequeña cuenca y que normalmente van creciendo en tamaño a medida que nos aproximamos a la zona situada ladera abajo.

Para el control de cárcavas hay que efectuar actuaciones por una parte dedicadas a frenar el crecimiento y, con el tiempo, rellenar y restaurar las cárcavas presentes en la finca. Así sustituiremos una cárcava por una zona en la que la escorrentía fluye de manera controlada, el agua siempre deberá tener una salida y será inútil tratar de cortarla.

Los principios que se deben buscar en el control de cárcavas son:

-          Disminuir las aportaciones de agua a la cárcava, reduciendo la escorrentía. Esto se puede conseguir por ejemplo aumentando la cobertura por vegetación. Si esto no fuese suficiente habrá que desviar toda o parte de la escorrentía que llega a la cárcava. Esto es frecuente en cárcavas formadas a causa de cunetas mal diseñadas.

-          Estabilizar la cárcava mediante medidas estructurales (casi siempre por diques de retención) y si fuera necesario revegetación. Con estos diques no se pretende cortar la salida al agua sino frenar su velocidad y reducir el arrastre de sedimentos.

El mantenimiento de los diques de retención y de la cárcava restaurada es tan importante como su instalación. Es por ello que hay que reparar pequeños daños que se observen con el tiempo, retirar los restos de avenidas acumulados (palos, ramas, etc.), mantener la vegetación de la cárcava y ante la formación de pequeños regueros no dejar que crezcan y actuar sobre ellos.

Si necesita asesoramiento técnico sobre el dimensionamiento y la construcción de diques de retención, muros de contención y otras soluciones para restauración hidrológica de cárcavas contacte con nuestros ingenieros que le ofrecerán una solución global y específica para su problema.

 

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