La agricultura en áreas áridas o semiáridas tiene como uno de los factores más limitantes el agua empleada por los cultivos. La demanda de agua para su uso en riego agrícola supone hasta el 80% del total. La elevada demanda de agua para riego unida al hecho de que este uso ha pasado a ocupar el tercer lugar en las prioridades de satisfacción de demanda, después del suministro urbano y el uso ecológico, convierte el aprovechamiento de las aguas residuales para riego en la agricultura en una alternativa especialmente adecuada de reutilización. No obstante ésta sólo será óptima si se cuenta con las condiciones y conocimientos necesarios para garantizar tanto la conservación de la fertilidad del suelo como la obtención de productos que respondan a las calidades higiénicas y sanitarias exigibles según su destino, para lo cual es necesario que el aprovechamiento de aguas residuales se realice de modo controlado.
Las aguas residuales depuradas, debido a su origen, presentan unas características particulares, y en su utilización para riego debe cumplirse las normas de calidad físico-química o agronómicas y las sanitarias o microbiológicas.
Los elementos presentes en las aguas residuales, que pueden limitar su uso en riego, son los siguientes:
- Sólidos en suspensión: su acumulación da lugar a depósitos de lodo que generan condiciones anaeróbicas en el suelo, pudiendo, además provocar obturaciones en sistemas de riego localizado.
- Materia orgánica biodegradable: las proteínas, carbohidratos y grasas generan unas necesidades de oxígeno disuelto, medidas como DBO5 o DQO.
- Patógenos: su presencia y la posible transmisión a través de los productos cultivados puede ser origen de diversas enfermedades.
- Nutrientes: N, P, K aunque son esenciales para el crecimiento de los cultivos, puede darse el caso que las aguas residuales lleven una carga excesiva que puede provocar efectos nocivos para el terreno, las plantas y/o las aguas residuales.
- Materia orgánica no biodegradable: determinados productos tóxicos no degradables por los sistemas e tratamientos, tales como fenoles, pesticidas y órgaclorados, pueden limitar el uso en riego de estas aguas.
- pH: el pH del agua afecta la solubilidad de los metales y puede alterar el equilibrio del suelo.
- Metales pesados: los vertidos industriales, sobre todo, pueden aportar al agua metales como cadmio, mercurio, cinc y otros, cuya presencia reduce la aplicación para riego de las aguas residuales por sus efectos tóxicos para los cultivos y la salud humana.
- Conductividad eléctrica: una excesiva salinidad deriva de la presencia de iones como Na, Ca, Mg, Cl ó B, puede producir daños a los cultivos y provocar problemas de permeabilidad en el suelo (SAR).
- Cloro residual: concentraciones de radicales de cloro libre mayores de 0.5mg/l, limitan la aplicación de agua a cultivos sensibles.
El conocimiento de todos estos parámetros nos permitirá adecuar el tratamiento a que deben someterse las aguas residuales para reutilizarlas en riego, en función del tipo de cultivo y de suelo a que se apliquen o el método de riego que se vaya a emplear.
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